MENSAJE DIARIO PARA EL 24 DE OCTUBRE DE 2015, RECIBIDO EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, PAYSANDÚ, URUGUAY
Transmitido por San José a la vidente hermana Lucía de Jesús
Cuando una nación vive las consecuencias de acciones humanas milenarias que fueron tan intensas que se plasmaron en su cultura política y social, por decirlo de alguna forma, como es el caso de Venezuela y de muchas otras naciones, la única salida para tamaña ilusión e ignorancia es la vida de oración verdadera.
Si al menos un pequeño grupo, dentro de cada nación, orara verdaderamente todos los días y si, aún más, pudiera transformar sus propias vidas en un acto permanente de oración, podría cambiar completamente la consciencia de la nación y, en consecuencia, su destino físico y espiritual.
Digo esto porque un ser que ora permanentemente va ingresando con su corazón en la Consciencia de Dios y allí reconoce el verdadero propósito de su vida sobre la Tierra o, por lo menos, puede reconocer lo que está fuera de ese propósito y, de esta forma, las ilusiones de la materia le resultan disonantes y no las puede soportar. Es en ese momento que el alma es impulsada hacia la búsqueda constante de la verdad y vive su elevación. Esa experiencia queda marcada en la consciencia de la nación, que poco a poco es conducida hacia una búsqueda superior, por medio de sus habitantes, de sus guardianes, ya que aquellos que viven dentro de cada nación son, para Dios, los guardianes del propósito para ella.
Es por eso que los Mensajeros Divinos llegaron a Venezuela en el inicio de su crisis y ahora regresan para renovar el impulso de los corazones venezolanos como también del mundo entero.
Los Sagrados Corazones llegan a Venezuela no para terminar con la crisis social, política, económica y espiritual que vive este país hoy, sino para que como nación, ella aprenda a traspasar los acontecimientos materiales por medio de la vida de oración y mantenga vivo el propósito de la nación, aquel atributo que Dios depositó dentro de todos los seres que viven bajo la misma aura, para que lo desarrollen y, así, ayuden a que se cumpla el Plan Divino para toda la humanidad.
Si Venezuela, como consciencia, pudiera vivir esta experiencia de encontrar la verdad y salir de la ilusión material, por medio de la vida orante, este aprendizaje servirá para muchas otras naciones y para toda la humanidad en los tiempos que vendrán. Tiempos en los cuales la crisis espiritual, con consecuencias físicas, será la vida diaria de la humanidad.
Es por eso que Mi Casto Corazón hoy bendice esta nación y a todos los venezolanos, impulsándolos hacia la vida orante verdadera y pacífica y para que así lo vivan como un servicio que realizan para toda la humanidad.
Recuerden estas palabras en los días que vendrán, porque hoy las pronuncio para Venezuela, pero en un futuro cercano servirán para muchas otras naciones.
Los amo y les doy Mi Paz, para que mantengan sus corazones pacíficos ante todos los acontecimientos de la vida.
San José Castísimo
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